jueves, 6 de septiembre de 2012

La genialidad de Maurits Cornelis Escher.

Maurits Cornelis Escher es uno de los pocos artistas que combinó el arte y la ciencia durante el siglo XX; nació en 1898 en pleno desarrollo del impresionismo y ya que la Revolución Industrial impactó fuertemente en los artistas, les permitió salir del taller para pintar al aire libre y poco a poco les dio la oportunidad de obtener nuevos colores gracias a los avances de la industria. 

Escher se encontró en un periodo de transición en el arte, creció mientras las vanguardias tenían su desarrollo temporal, entre ellas el cubismo, que en sus inicios hablaba de los recientes avances de la modernidad, sin embargo, y a pesar de comenzar su producción entre 1922 y 1935, no forma parte del surrealismo pues aunque su obra plantea realidades increíbles y ciudades excepcionales, su estudio y pensamiento iban encaminados hacia el dominio ejemplar de la geometría. 

A partir de 1937 sus temas de mayor interés fueron la proporción, la estructura y sobre todo la continuidad, que es uno de sus recursos más utilizados. Al observar su obra más que poética, resulta intelectual; nos abre camino a un espacio irrepetible pero al mismo tiempo continuo en una espiral interminable. Su estudio casi no incluía el color, manejaba contraste utilizando los grises, impactando así aún más la armonía visual. 

Después de visitar la Alhambra por primera vez (ciudad situada en Granada, España), Escher intentó nuevos diseños de los que se conservan bocetos de 1926. Tras una segunda visita, copió varios motivos allí representados y encontró un sistema para representar particiones periódicas del plano, a pesar de sus rudimentarios conocimientos matemáticos, con las particiones consiguió descubrir los 17 grupos de simetría que figuran en la Alhambra.












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